La peruana cachonda, a la que todos conocemos como la «perra» o «puta» de internet debido a su amateur y desvergonzada forma de disfrutar del sexo, nos confiesa en este emotivo relato cómo fue la primera vez que recibió a su padrastro en un casting para hacer porno. La verdad es que no sabía qué esperar, pero lo que sí sabía era que tenía una verga grande y que quería probarla.
Recuerdo que me sentí como una perra sin dueño, rodeada de desconocidos y con la sensación de que todo podía salir mal. Pero cuando llegó el momento de rodar mi primera escena, mi padrastro se acercó a mí con esa mirada de deseo en los ojos que me hizo sentir como si fuera su propia puta. Me miró de arriba abajo y me dijo: «Eres una perra muy linda, ¿qué te parece si empezamos con un poco de sexo oral?». Yo, la verdad, no sabía qué hacer, pero él me enseñó a chupar su pene como nadie lo ha hecho antes. Me gustaba y sentí que me convertía en una verdadera cachorra.
Después de ese primer castillo, mi padrastro se convirtió en mi pareja habitual en el set y nos pasamos horas follando y chupando como perros. Fue un momento liberador para mí, porque me di cuenta de que no era la puta que creían que era, sino una mujer normal con ganas de sentir placer y de disfrutar del sexo sin tabús.
Ahora, cuando veo a las demás modelos de porno en el set, me siento orgullosa de haber sido la primera en romper ciertos moldes y en mostrar que una peruana cachonda puede ser sexy, desvergonzada y apasionante. ¡Espero que mi historia te haya encendido un poco el chimbo!
