Cuando mi novio peruano llega del trabajo, ya sé que es el momento perfecto para dejar que la pasión y el deseo se apoderen de nosotros. Follar no es solo una palabra para mí, es un acto que nos une a mi amado y a mí, dos personas que han encontrado en el sexo una forma de expresar nuestro amor y nuestra conexión profunda. Y cuando él llega a casa, con la mirada hambrienta y la verga lista para atacar, sé que va a ser un momento intenso y apasionado.
Me acerco a él, rodeándolo con mis brazos y mi cuerpo, y lo beso con pasión. Él me abraza fuerte, y puedo sentir su pene duro y caliente contra mí. Me gustan sus caricias, me gustan sus besos, pero lo que más me gusta es cuando se lanza a follar sin pudor ni vergüenza. Cuando él se monta encima de mí, en la cama, siento que mi cuerpo se convierte en una máquina de sexo, listo para recibir todo lo que él puede ofrecer.
Él comienza a movido su chimbo con lentitud, disfrutando del momento y de mi reacción. Me encanta ver cómo se relaja, cómo disfruta de cada movimiento, de cada gemido y de cada susurro que le hago. Cuando él me pregunta si quiero que siga, yo le respondo con un beso y un movimiento de mi cadera, indicándole que sí, por favor, sigue así.
Y después, cuando no podemos más, nos damos el placer de sexo oral, chupando y lamiendo cada centímetro de nuestro cuerpo hasta que ambos llegamos al clímax. Él me dice que soy su perra, su puta, pero yo sé que es un cumplido, que es la forma en que él expresa su amor y su adoración por mí.
Así que cuando mi novio peruano llega del trabajo, no solo estoy esperando a que llegue a casa, sino que estoy lista para disfrutar de otro momento de follar apasionado, de sexo intenso y desenfrenado, con el hombre que amo.
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