Relatos Calientes

Relato erotico Enviado por Carolina.. Una mañana al despertar

Ayer desperté aún sintiéndote en mi piel. Tu olor aún estaba en mi cuello y la sensación de tus manos rozándome la piel aún estaba latente en mí. El recuerdo de tus gemidos me impacientaban y me producían placer. Aún no amanecía y yo ya me sentía nuevamente inundada por la excitación.Lentamente mis manos comenzaron a bajar por mi cuerpo, encontraron mis pezones que se erguían bajo el pijama como dos montes, los toque y sentí placer. Jugué un rato con ellos, hasta que me sentía más y más caliente.

Seguí bajando mis manos por debajo del pijama hasta encontrarme entre mis piernas, las abrí casi instintivamente, descubrí que ya estaba húmeda, si hubieses estado ahí podrías haberme penetrado en el acto y me habrías arrancado gritos de placer.Pero no estabas, sólo el recuerdo de la noche anterior en la van estaban junto a mí.Mis manos tocaron mi clítoris en un vaivén acompasado, primero lento, luego más rápido… mis manos fueron osadas y siguieron más allá, hasta introducirse por mi vagina, estaba caliente y húmeda.Mis dedos se hundían en mí, dándome placer, cada vez más fuerte, imaginaba tu pene en mi boca, lamiendo, chupando, sintiendo tu olor…Poco a poco fui llegando más y más arriba, hasta llegar a un orgasmo largo, fuerte, que me dejó exhausta y con más ganas de ti.

 

Relato erótico.. todos recordamos la primera vez

Fue una de esas fiestas peruanas a las que uno va por compromiso más que por cualquier otra cosa, tu estabas recién llegado a la empresa y yo no te conocía mucho, es más, creo que le tenía puesto el ojo a otra persona que pasó al olvido después de esa noche.Nos sentamos juntos en la mesa, mientras nos rodeaban distintas personas de distintos departamentos. No sé en qué punto, en que instante comenzaste a seducirme, con tus palabras, con tus roces casi imperceptibles de tu pierna contra las mías que se encantaban de sentirte. Sin pensarlo mi mente comenzó a divagar en el limbo de los placeres que podría sentir junto a ti.

Tanto fue el cántaro al agua que, ya entrada la madrugada, decidimos fugarnos de ese lugar para abandonar nuestros cuerpos al placer. La verdad es que salí de ahí un poco desorientada, sin poder creer lo que realmente estaba haciendo, pero dispuesta a pasar la noche contigo.Me subí a mi auto con unas ganas enormes de hacer realidad todas aquellas cosas que insinuabas a mi oido mientras bailabas, tu me seguías en tu auto de cerca, dejando que yo guiara tu senda.

Dejamos mi auto dentro del condominio en lima. Rápidamente me subí a tu auto y nos fuimos a ese motel barato que se encuentra cerca de mi casa, era tan tarde en la madrugada que no tuvimos problemas en encontrar una habitación, de la cual lo único que puedo recordar es que tenía el techo tan bajo que te pegaste dos veces al levantarte. O tu muy alto o el techo muy bajo…Comenzaste besándome como un loco, sentía tu lengua jugar dentro de mi boca mientras mordisqueabas suavemente mis labios, era delicioso penetrar mi lengua en tu boca y sentir tu calor mientras mis manos rozaban tu cinturón con ansias de sentirte entre mis manos.Lentamente mis manos fueron desabrochando tu camisa y fui acariciando tu torso desnudo, besándolo y pasando mi lengua por tu cuello, tus orejas y luego tus pezones, para luego seguir bajando y detenerme a jugar en tu ombligo.

Me separé de ti para quitarme la ropa, sólo dejé en su lugar un coqueto colaless café moro que llevaba puesto esa noche y que, dicho sea de paso, se me perdió y no sé dónde…Al verme semidesnuda tu excitación llegó a tal punto que pude ver en tu rostro por una milésima de segundo todo lo que me esperaba.Con tu mano te desabrochaste el cinturón y bajé tu cierre, ansiosa de tenerte en mis manos y mi boca. Te quitaste los pantalones y pude quitarte el bóxer que no me dejaba jugar como quería contigo. Tenías la cabeza tan grande, redonda, gustosa, que no demoré mucho en introducirla en mi boca para comenzarla a chupar con ganas, mi lengua jugaba alrededor de ti mientras mis manos jugaban con tus testículos.

Tus gemidos me hacían presumir que te gustaba, entonces yo aplicaba mayor presión e iba jugando mientras me mojaba cada vez más.Llegué al punto en que no podía más, sentía la necesidad de sentirte dentro de mí, entonces, como una loca, decidí montarme sobre ti… primero lentamente y a medida que mis jugos iban lubricándote, más intensamente hasta tenerte todo dentro de mí… la cabalgata se hizo más y más frenética, sentía como me llenabas toda dentro de mí con tu miembro, sentía cada vez que subías tus caderas cómo llegabas hasta el fondo, haciendo que me volviera loca una y otra vez…Entonces, cuando ya no podía acabar de lo excitada que me tenías, subí mis caderas y dejé que gentilmente salieras, pues yo quería más, quería algo que ni tu te imaginabas…

Me volví a acomodar sobre ti, pero esta vez comencé a dejarme caer de tal forma que tu miembro comenzó a penetrarme por atrás, despacio, muy despacio primero, luego más adentro y más allá también sintiéndote dentro de mí por atrás, como pocas veces lo había sentido… la sensación mezcla de dolor y placer me hizo gritar y preguntaste si estaba bien, te respondí que sí, que me gustaba a pesar del dolor… como algo que sabes no debes hacer, pero que haces igual.Luego me pusiste de lado, tu mano derecha bajo mi cuello alcanzando uno de mis pezones, mientras me penetrabas así, de lado, con ganas, firme y fuerte, a un ritmo desenfrenado que me hacía levantar la pierna para que pudieras llegar más adentro, con tu mano izquierda jugabas con mi clítoris que llegaba a doler de lo hinchado que lo tenías. Una y otra vez entrabas y salías, de pronto lento, de pronto más rápido… a veces salías por completo para volver a penetrarme en forma salvaje, mi mano acompañaba a la tuya en su excitante jugarreta con mi clítoris, hasta que te di las gracias con repetidos orgasmos mientras eyaculábas fuera de mí, sobre mi muslo.La mañana ya comenzaba a despintar y tuvimos que salir corriendo a nuestras casas para que tu mujer peruana  no se diera cuenta de tu infidelidad