En un pequeño pueblo de Ayacucho, donde el calor es intenso y la humedad se siente en cada rincón, viví una experiencia que me dejó conmocionada. Yo era una jovencita sensual, con deseos insatisfechos, cuando este viejo morboso, con su camisa blanca white shirt, entró en mi cuarto sin ser invitado. Me sorprendió en pleno momento de placer, con mis dedos acariciando mi entrepierna y mi mente en un mundo de fantasía erótica. No pude evitar que mi rostro se sonrojara al escuchar su risa lasciva mientras me miraba con ojos desorbitados. Sin pensarlo dos veces, avanzó hacia mí, sin importarle que estuviera sola o no. Se acercó y comenzó a tocar mi piel sudada, a rozar mis pezones con sus dedos, a acariciar mi cabello y a murmurar palabras obscenas en mi oído. Con su mano, se metió entre mis piernas, y yo sentí un calor intenso que me envolvió entera. Noté cómo su verga se hacía visible a través de sus pantalones, como si estuviera llamando mi atención. Yo no podía evitar sentir la excitación en el aire, y mi cuerpo comenzó a responder a sus caricias sin control. Me hizo sentir como una perra sexualmente desesperada, dispuesta a satisfacer cualquier deseo que ese viejo morboso tuviera. Fue un momento de sexo oral intenso, donde él se acercó a mi cara y me pidió que le chupara el pene. Yo no podía negarme, estaba demasiado caliente y dispuesta. Así que comencé a chupar, y él comenzó a follar con suavidad, mientras sus dedos seguían explorando mi cuerpo. Fue un momento de sexo salvaje, donde yo era una perra en celo, sin importarme quién me veía o qué pensaban los demás. Y cuando finalmente se dio por satisfecho, se levantó y se fue, dejándome con la sensación de que había sido posesionada por el sexo y no sabía qué más podría suceder en ese pequeño pueblo de Ayacucho.
Un viejo morboso me sorprende masturbándome en mi cuarto y se mete la mano entre mis piernas
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Fecha: abril 20, 2025
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